Diálogos desde Evang 9 Marzo-25

  • 09 de Marzo de 2025
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Al entrar hemos pisado el camino. Y también al acercarnos a poner la ceniza en nuestra cabeza.
El camino simboliza el horizonte al que tender y (al mismo tiempo) el paso a paso, el día a día de nuestra vida. Dos polos. Ambos necesarios para nuestro crecimiento vital. No perder el horizonte y pisar, dejar huellas en lo inmediato.
Sin aquí no hay allí (dice Pablo D’Ors). Sin camino no hay horizonte.

Y en el caminar, en el caminar de la vida, sentimos que hay algo poderoso que tira de nosotros para hacernos comprender que hay que parar y ponernos a escuchar. Es el Espíritu de Dios que como a Jesús (como dice el evangelio) le fue llevando por el desierto”

Hemos comenzado el tiempo de cuaresma. Tiempo de gracia y de conversión. Tiempo de oportunidad para reconocer y enfrentar nuestras propias tentaciones.
Todos/as sabemos por propia experiencia, que la tentación está ahí, rodeando nuestra vida. Devaluando nuestros valores. Tentándome una y otra vez a que deje ser lo que soy o a dejar de hacer aquello a lo que estoy llamado. (Tanto a nivel personal, como familiar y social….)

Todos somos tentados. Si no tienes tentaciones es que no vives. O peor aún, es que vives metido en la oscuridad, en la indiferencia, en la insensatez.

La tentación está ahí.
Para que no me implique en el proyecto global de la sociedad y del mundo y de la naturaleza.
En ese proyecto de un mundo y una vida en paz (y no en guerra), en libertad y en justicia para todos y todas.
La tentación se hace indiferencia ante las situaciones desgarradoras, injustas y dolorosas de la vida.
La tentación nos envuelve con opiniones falsas, medias verdades, rumores, etc.., pero envueltos en atractivos mensajes. Que adormecen nuestra conciencia y la llena de indiferencia.
La tentación nos desvía del Evangelio y del mensaje de Jesús y de los valores del Reino.
La tentación del dinero, del poder, de la gloria por encima de todo y de todos.

Pero ante la tentación tenemos la posibilidad, (=la libertad), de escoger en cada momento. Ahí está nuestro riesgo y nuestra grandeza.

La vida, la sociedad, la historia son ambigua y nos abre muchos caminos y es aquí, (porque aquí estamos), donde tenemos que optar y posicionarnos. De nosotros depende.
Y eso hará la diferencia.

Pero esto, no es ni tan simple ni tan fácil. Porque muchas veces nuestra libertad, nuestras opciones y decisiones están condicionadas por el miedo, por la presión ambiental (los otros, las normas sociales, las leyes,…), por nuestra no-consciencia, por…

Además la tentación ¡viene tantas veces envuelta en palabras y “verdades” atrayentes!
Así el diablo le presenta a Jesús su tentación envuelta en palabras divinas y tradición religiosa (“está escrito”).

La tentación siempre está ahí. También Jesús tuvo que atravesar las tentaciones. La tentación está y va a estar.
Lo único que sí cambia y puede cambiar es nuestra decisión, opciones, estilo de vida,…


Y para ello hay que estar en desierto (oración, silencio, separación del ruido…); y apoyarse y confiar en la Palabra de Dios. Como Jesús hace en las respuestas que le da al Tentador.

Por eso la Cuaresma es un tiempo privilegiado para analizar la trayectoria de nuestra vida y descubrir que, con demasiada frecuencia, nos equivocamos dando pasos que nos alejan de los valores del Reino, de Dios que es nuestra meta.

La Cuaresma no es tanto un tiempo para mirar hacia atrás, para arrepentirnos mucho de lo mal que hacemos y de ver una y otra vez la piedra en la que tropezamos.

Sino, más bien un tiempo de gracia y de oportunidad para mirar adelante y para tomar impulso. Oportunidad para reconocer y enfrentarnos a nuestras tentaciones.


  • Diálogos desde el Evangelio / Ebanjelio-Elkarrizketak
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