“Y la PALABRA se hizo CARNE, y ACAMPÓ entre nosotros, y hemos CONTEMPLADO su gloria…”
Y la Palabra se hizo carne
viva,
sensible y tierna,
cálida y cercana,
entrañable,
Dios encariñado,
Dios humanizado,
Hijo y hermano,
libre y palpable.
Sí.
Se hizo caricia y gracia,
grito y llanto,
risa y diálogo,
silencio sonoro,
balbuceo de niño,
eco de los que no tienen voz,
buena noticia,
canto alegre,
toque liberador…
¡Y nos humanizó!