Silencio es ese “aminorar la marcha” que nos permite levantar la vista y percibir que hay más posibilidad. Se concreta en espacios de paréntesis, de quietud, para poder cobrar un poco de distancia en relación a nuestra realidad “movida”.
Momentos de atender a la respiración, de permanecer a la escucha, de adoptar una palabra o expresión de esas que avisan de la presencia de suelo firme…
Silencio: aminorar la marcha bajándole el volumen al yo.