¡Cuidado! ¡Estad alerta!
No quiere ser una llamada a la angustia sino una invitación a la esperanza.
No sabemos la hora. Pero sabemos que todas las horas son buenas. Porque cuando menos lo espero, cuando menos me lo imagino puede que venga:
En el gozo o en el dolor, como luz o como inquietud, como palabra o como pan. Puede llegar cuando trabajo o cuando descanso. Cuando estoy solo o en compañía.
Adviento es comprometerse con el presente pero con perspectiva de plenitud y eternidad.
Velar es escuchar el latido de la vida, de las personas que están a mi lado, de los acontecimientos de cada día. Velar es creer que Dios me susurra su presencia y su cercanía. Velar es vivir cada día en plenitud.
Adviento es una nueva oportunidad, olvidar el conformismo, la costumbre, la rutina. Y estar despiertos, conscientes.
¿No has oído sus pasos silenciosos? Viene, viene, viene siempre. En todo momento, en toda edad. En el día o en la noche. Viene, viene siempre.