Feliz Navidad. Felices fiestas de Navidad.
Es el deseo que hoy repetimos .
Yo creo que estamos contentos porque todos los que estamos hoy aquí conocemos y guardamos un secreto, un misterio. (¿verdad?).
Es el secreto que ya nadie os puede quitar y que sostiene y anima nuestro vivir diario.
Y es que nuestra vida, a veces rota por los dolores, el cansancio, los años y los desgastes de la vida,... tiene una ranura, una fisura, una grieta por donde entra la luz.
Vamos por la vida muchas veces heridos. Como decía el poeta Miguel Hernández: “Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor, la de la muerte”
En la Navidad, también en esta Navidad, descubrimos que esa luz que sostiene y alienta nuestro caminar diario es la presencia de un Dios que se ha querido poner a nuestra altura. Que se ha hecho pequeño para que nosotros seamos más grandes.
Ya no estamos solos. Y no estamos perdidos en nuestra inmensa soledad, ya no estamos sumergidos en pura tiniebla. ¡Él está con nosotros! ¡Hay una luz! Una luz que toca (también), e ilumina (también) mi vida.
Dios irrumpe en la historia para curar heridas y devolver la dignidad a los humillados y ofendidos.
"Para librar (como dice el salmo 71) al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; ahora él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres; él rescatará sus vidas de la violencia…."
Dios comparte nuestra existencia.
Ahora todo cambia.
Es posible vivir con esperanza.
Dios mismo comparte nuestra vida y con él podemos caminar hacia la plenitud.
Decía la primera lectura que: “En distintas ocasiones y de diversas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora en esta etapa final nos ha hablado por el Hijo.
Ahora ¡Dios nos ha dado su Palabra!
Es el misterio, el secreto que hoy celebramos.
Por eso estamos contentos y nos felicitamos y damos gracias y adoramos y contemplamos en silencio.
¡Feliz Navidad! Eguberri On!
Zorionak