Hoy es fiesta. Es el día en que miramos con gozo el rostro y el recuerdo de tantos, hombres y mujeres, que han contribuido a que el bien triunfe en nuestra tierra a lo largo de la historia. Es la fiesta de Todos los Santos.
Hombres y mujeres que en medio de las debilidades y problemas supieron descubrir y aceptar la dignidad de los demás y la voluntad de Dios.
Hombres y mujeres que no huyeron de la vida, sino que supieron descubrir en ella al Dios, de la vida que no acaba.
Hombres y mujeres, gente de bien, que se dejaron guiar por las llamadas de la justicia, de la bondad, de la sencillez, de la paz, y del compromiso exigente y auténtico.
Ellos forman parte del equipo de vencedores. Y son para nosotros/as estímulo y punto de referencia.
Son, como decía la primera lectura: “una muchedumbre inmensa que nadie podía contar de toda nación raza, pueblo y lengua”
Y este año, celebramos esta fiesta, teniendo presente la DANA y las imágenes que hablan, imágenes de muerte y destrucción. En Valencia (y en otros pueblos de Levante y el Sur). Que el recordar a los muertos y damnificados, nos haga más responsables y solidarios.
Y celebramos esta fiesta con el ruido de las bombas y misiles en Gaza, Cisjordania, Líbano…Ucrania…etc…Que no nos acostumbremos, y nos hagamos indiferentes, a este genocidio, a esta destrucción, a estas guerras.
La fiesta de los santos y los difuntos no es una reliquia del pasado, ni una mera tradición, es la oportunidad que tenemos la mayoría de las personas de preguntarnos qué significa para nosotros la muerte y cómo le queremos dar respuesta. Es el momento de recordar de forma agradecida a todos los que nos precedieron y de preguntarnos una vez al año cómo queremos vivir.
En este día de hoy, recordamos a nuestros santos y a nuestros difuntos.
Los santos, nuestros santos, nos señalan un camino, el camino de la felicidad; nos hablan de una Historia (con mayúscula)… La historia de amor y la historia del amor de Dios
Los difuntos, nuestros difuntos, nos recuerdan que esa Historia, ese Camino están formados y enraizados en mil historias y detalles particulares y concretos.
Honrar a nuestros santos, recordar a nuestros difuntos: significa honrar nuestra propia historia, sentirnos orgullosos de ella.
Supone decirles a todos los que nos precedieron: “no os olvidamos; y no os olvidamos porque habéis sido y sois importantes en mi vida…”
Por eso, hoy, hacemos memoria agradecida.