Era el anochecer pero era el primer día de la semana.
Esta primera frase del evangelio de hoy ya nos está apuntando lo que va a pasar.
Es lo como cuando San Juan de la Cruz (en su “Cantar del alma”) decía:
“Qué bien sé yo la fuente que mana y corre
aunque es de noche.
Su claridad nunca es oscurecida
y sé que toda luz de ella es venida
Aunque es de noche"
Aunque es de noche es el primer día de la semana.
Quedando así de manifiesto que se trata de una nueva creación, de un nuevo comienzo.
El atardecer, el miedo, las puertas cerradas… no son impedimento cuando (en medio de la frustración y el desconcierto) queda aún anhelo y esperanza. Queda aún confianza y fe. Para el encuentro con la Vida, con Dios.
Y en esto entró Jesús y se puso en medio de ellos.
Es la experiencia de los discípulos pero también es la nuestra, la de cada uno, una.
Cuantas veces vivimos en la sombra, el los atardeceres existenciales, en la noche…. por un motivo u otro (¿verdad?)
Pero como también, como creyentes, percibimos, intuimos y creemos que Jesús el Resucitado se nos hace más presente y acompaña nuestro vivir. Y que comienza un tiempo nuevo.
Y en ese encuentro con el Resucitado, recibimos de él (como los discípulos) unos dones, unos regalos. Quizás inmerecidos pero dados.
La paz (Paz a vosotros…
La alegría (Se llenaron de alegría al ver al Señor..
El espíritu (Recibid el Espíritu Santo…
El perdón (Si perdonáis los pecados quedan perdonados
y el envío (Como el Padre me envió así os envío yo…
Pero ¿Cómo llegar a esta experiencia, a este encuentro con Jesús el Resucitado?
Pues de dos maneras:
-En comunidad
-Pero al mismo tiempo por una opción personal
Y sin olvidar las llagas. (Nuestro problema radica en que aún viendo las llagas del mundo, somos incrédulos. ¿Por qué? Porque no metemos nuestros dedos en ellas. Porque permanecemos fuera como si fuese un espectáculo, una representación, pero no una realidad)
Para que tengamos vida