En esas camas elásticas de los parques en las que juegan los niños…cuanto más es el impulso hacia abajo, hacia el suelo más alto es el vuelo, hacia lo alto.
La fiesta de hoy, la fiesta de la Ascensión de Jesús es la fiesta de aquel que –como dice San Pablo (Filipenses)- que “se abajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz”
Jesús, desde ese abajarse, hoy sube a Dios. Se manifiesta como Dios. Es Dios.
Es el que antes anduvo en esta vida tocando el dolor, el sufrimiento, el abandono de los abandonados. Su amor hecho compasión, justicia y bondad.
Es el que abajó, tocó la tierra y el suelo para estar con los de abajo.
Por eso –continúa el apóstol- “Dios lo levantó sobre todo nombre. De modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es el Señor…”
Así también nosotros: Si bajamos, si nos abajamos a la vida de los que sufren, si tocamos tierra, si nos implicamos… El (Jesús) también nos llevará consigo a lo alto. Nos llevará hasta Dios.
Para ello, como dice el evangelio de hoy, deberemos estar e ir a los lugares que Jesús nos indicó y nos indica.
(“Los discípulos fueron al monte que Jesús les había indicado”).
¿Cuáles son mis lugares? ¿Por dónde ando yo? En que otros espacios existenciales debería acudir?
A pesar de mis dudas, a pesar de mis miedos, a pesar incluso de mi falta de fe… Jesús sigue contando conmigo.
(“Si bien algunos dudaron”)
No tengas miedo dirá Jesús. Y lo dirá acercándose. Poniéndose a mi lado. Y repitiéndome: “Yo estoy todos los días contigo, con vosotros, y hasta el final del mundo”
El Evangelio de Mateo acaba como había comenzado: Dios con nosotros
Al principio ya, en el nacimiento de Jesús, ya lo habían dicho los ángeles y los profetas:
“Mira, la Virgen está encinta, dará a luz un hijo que se llamará Enmanuel que significa: Dios con nosotros”
Y por último:
Nos sorprende porque cuando creíamos que esta fiesta de la Ascensión nos hablaba de una partida… va y resulta! que los que tenemos que partir y ponernos en movimiento somos nosotros.
“Id y haced discípulos de todos los pueblos….
Es nuestro turno. Ahora nosotros somos sus testigos. Ahora es nuestra vida la que tiene que hablar y mostrar en hechos aquello que decimos creer.
Con razón decía San Francisco de Asís. “Ten cuidado con tu vida. Porque tal vez ella sea el único Evangelio que algunas personas vayan a leer”
Y nuestra tarea no es hacer cualquier cosa, así… lo que se me ocurre… sino vivir según el estilo, el modo y la forma como Jesús actuó y vivió.
La Ascensión marca el comienzo de los testigos. A nosotros, a los que formamos la comunidad eclesial nos toca el turno, continuar la tarea de Jesús. Jesús en su despedida nos deja un encargo, un recado concreto: ”Seréis mis testigos”. “Testigo” es el que ha visto, el que ha oído, el que lo ha vivido, el que lo ha experimentado. No habla de lo que le han contado ni de memoria.
Para ello contamos con la fuerza de su Espíritu que nos da la energía.
Yo estoy con vosotras/vosotros.