Ayer (4 de marzo) tuvo lugar una nueva sesión del Café-Tertulia de BerriOna. En esta ocasión fue un “café en mesa de cuatro” ya que fueron cuatro personas (Soraya, Mahmoud, Isabel y Silvia) las que nos contaron y, en algún momento, nos emocionaron sus testimonios personales (“Que encuentro más emocionante el de ayer… gracias”) decía una de las asistentes a la salida.
Siempre el testimonio contado en primera persona contagia.
Sus testimonios hablaban de sus luchas (peleas, dificultades, travesías, empeños…) en la vida. Pero también de sus fiestas (celebración, agradecimiento, logros…)
La vida es lucha. Pero no es una lucha contra la vida sino a favor de la vida: es la lucha personal y social que tiene nombre de superación, de logros, de utopía, de compromiso, de amor…
Por ello, la vida es también fiesta. Y ésta se llama satisfacción, celebración, disfrute, canto… por los pasos dados, por las metas conseguidas, por el camino recorrido…
La tarde de ayer quiso ser un himno a la vida: presentando el dolor y la esperanza, la lucha y la fiesta a partes iguales, pero, sobre todo, un caer en la cuenta de la importancia de la dignidad y la fuerza de cada una de nuestras vidas, las propias y las de quienes nos rodean.
Un poema de Hamlet Lima Quinta, puso fin al encuentro:
“Hay que llegar a la cima,
arribar a la luz,
darle un sentido a cada paso,
glorificar la sencillez de cada cosa,
anunciar cada día con un himno.
Hay que subir por esa calle ancha,
dejar atrás el horror y los fracasos,
y cuando entremos
cantando por la cumbre,
estirar las manos hacia abajo
para ayudar
a los que quedan rezagados”.